Escuchar música es uno de los placeres más comunes en nuestra sociedad. Hay quienes lo hacen para relajarse, otros para animarse. Las opciones son muchas y muy variadas. Independientemente de para qué use la población las canciones, no se puede obviar que la manera de consumirlas ha cambiado radicalmente desde hace unos años. En este artículo haremos un repaso de cómo la tecnología ha hecho evolucionar también esta actividad.

Nos tememos que remontar hasta 1877 para encontrar el primer aparato reproductor de música. Fue el fonógrafo del mismísimo Thomas Edison, que fue el primero en grabar y reproducir el sonido. Prácticamente cincuenta años después, en 1925, apareció el todavía popular tocadiscos. Este permite la reproducción de discos de vinilo, una moda que ha vuelto a nuestros días con un sistema de funcionamiento más moderno.

A partir de mediados del siglo XX aparecen los aparatos que aún podemos encontrar en muchas casas: los casetes y sus lectores, de 1962. Pero si hay un sistema de almacenamiento que provocó un antes y un después este es el CD, el famoso Compact Disc, de 1979, y sus reproductores como el Walkman. Era uno de los primeros sistemas en formato digital y, sobre todo por su capacidad de ocupar menos espacio que un casete y la calidad de su sonido, fue cada vez más popular.

Del CD al salto a la red

La primera aparición de la música en la red fue de manos de Napster, en 1999, un servicio que permitía el intercambio de archivos en formato MP3. En solamente dos años, alcanzó más de 25 millones de usuarios, pero se vio obligada a cerrar por las numerosas demandas judiciales referentes a los derechos de autor. Esto abrió la veda a otras plataformas consideradas como piratas que ofrecían canciones de manera gratuita.

A pesar de estos detalles iniciales, cabe mencionar que la industria musical se ha adaptado a la perfección a la migración digital. De hecho, en el campo del entretenimiento podemos encontrar varios ejemplos exitosos de esta tendencia, como son el caso del mundo de los videojuegos y los juegos de casino, con plataformas como Stadia como representante del primero y PokerStars Casino del segundo ejemplo. También es de obligada mención el auge de las plataformas de series y películas, con aplicaciones tan populares como Netflix o HBO.

Uno de los pasos importantes en este sector fue la creación en 2001 de iTunes, de Apple, plataforma que anunció en 2019 su retiro. Este reproductor multimedia permitía trabajar en diferentes formatos y organizar las canciones de forma muy sencilla. Tal fue su acogida que rápidamente lanzaron una tienda virtual, iTunes Store, para que los usuarios adquiriesen la música de sus artistas favoritos. Otro detalle importante que comentar es la multiplataforma, que ofrece el mismo contenido a diferentes dispositivos como iPods, ordenadores o los propios smartphones.

La consolidación de este negocio fue tomada de ejemplo por otras compañías que actualmente siguen presentes en nuestro día a día e incluso han llegado a desbancar a la marca de la manzana en esta actividad. Por ejemplo, Soundcloud y Spotify, nacidas alrededor del 2006, dan la posibilidad a los diferentes artistas de presentar sus álbumes por Internet y sin la necesidad de tener unos intermediarios.

Actualmente, aunque existen miles de aplicaciones de reproducción de música, la más popular sigue siendo Spotify. Esta cuenta con dos versiones, una gratuita y otra de pago, y ha atraído a más de 210 millones de usuarios. Toda reproducción es legal, pues la propia plataforma paga los derechos de reproducción a los artistas, y ha roto las barreras propias de un simple reproductor: es considerada una red social con la música en el epicentro.

En poco más de 100 años hemos pasado de consumir la música con un fonógrafo, al alcance solo de clases sociales altas, a aplicaciones sencillas que se encuentran disponibles en cualquier dispositivo con acceso a Internet. No cabe duda de que es uno de los sectores que más avanza de la mano de la digitalización. Otro ejemplo de ello lo hemos podido ver sobre todo en los últimos meses con varios tipos de conciertos y otros eventos virtuales, usando la red y las pantallas para conectar a los propios artistas con su público.